lunes, 28 de noviembre de 2016

Doce cuentos peregrinos

Resultado de imagen de doce cuentos peregrinosGabriel García Márquez, premio Nobel de Literatura, mundialmente conocido por sus Cien años de soledad, demuestra una vez más, con Doce cuentos peregrinos, que es una de esas personas con la maravillosa y poco frecuente capacidad de transformar en arte las cosas más normales, de encontrar belleza en los pequeños detalles que normalmente pasamos por alto.

Recuerdos, memorias, retazos del día a día, historias sorprendentes y extraordinarias en las que se mezclan la imaginación y la realidad, narradas con una sencillez cotidiana que te hace creer que todo lo que dice es verdad, que cualquier cosa es posible. La forma que tiene el autor de plasmar todo esto en el papel hace que, en conjunto, los relatos rebosen ternura, humanidad, melancolía y emociones varias que acompañan al lector desde el prólogo hasta el último cuento.
 En poco menos de doscientas páginas el autor nos presenta una serie de personajes que van y vienen, enredándose unos con otros, moviéndose con soltura entre un perfecto caos: Una mujer que se alquila para soñar, unos niños que inundan con luz un piso en el centro de Madrid, unos recién casados que viajan en coche hacia París dejando un rastro de sangre en la nieve…

El avión de la bella durmiente ha sido uno de mis favoritos. Es muy breve, pero no necesita una palabra más para describirnos a la perfección la sensación que dejan esas personas, esos completos desconocidos que se cruzan por casualidad en nuestras vidas y que nos asombran durante unos segundos, pongamos en este caso en un aeropuerto de París, en un avión que cruza el Atlántico con destino a Nueva York, allá por junio del 82.

A modo de disculpa le pregunté si creía en los amores a primera vista. “Claro que sí”, me dijo. “Los imposibles son los otros”.

sábado, 22 de octubre de 2016

Seda

“De vez en cuando, en los días de viento, Hervé Joncour bajaba hasta el lago y se pasaba horas mirándolo, puesto que dibujado en el agua le parecía ver el inexplicable espectáculo, leve, que había sido su vida.

Seda, como muy bien indica su título, es una novela ligera y sencilla, pero a la vez brillante, suave, elegante. Trata de amor pero no el tipo de romance que estamos acostumbrados a leer. Trata de lo que somos capaces de hacer movidos por nuestros sentimientos, trata de insatisfacción y melancolía, deseo y esperanza. Trata de lo que podemos perder por arriesgarnos y también de los riesgos de dejar pasar la oportunidad.

La trama es muy simple: Hervé Jancour vive en un pueblecito de la Francia de mediados del s.XIX y se dedica a comprar y vender gusanos de seda. Tiene un trabajo estable, una buena posición económica, y el amor de su mujer, que es incondicional y sin sorpresas; Tenía la inatacable serenidad de los hombres que se sienten en su lugar. Y es que Hervé es una de esas personas que se limitan a contemplar  su propia vida como si fuera ajena, como el que está viendo llover a través de la ventana, neutral, indiferente ante su propio destino, sin mayores aspiraciones que el mantener esa monotonía.

Pero si no hubiera pasado nada y la vida de nuestro protagonista hubiera seguido esa "infeliz" rutina, no habría historia que contar.

Un año, una epidemia acaba con todos los huevos de larvas de gusano, y se decide que sea Hervé el que emprenda un viaje a Japón para conseguir larvas libres de la enfermedad. ¿Y en dónde queda, exactamente, ese tal Japón? -Siempre derecho hacia allá. Hasta el fin del mundo. Será allí donde, sin que él sea realmente consciente, conocerá a una mujer que hará que su vida cambie completamente.

lunes, 30 de mayo de 2016

Continuará

Por mí y por todos mis compañeros.

Me falta tiempo, me falta tiempo por todas partes. Tiempo para estudiar todos los exámenes que se han concentrado en las dos semanas que nos quedan hasta las evaluaciones. Tiempo para agradecer todas las cosas buenas que me han pasado en este curso. Tiempo para despedir, tiempo para poder tocar el verano, aunque sea con las puntas de los dedos.

¿Te acuerdas cuando el tiempo parecía no avanzar a principios de febrero, o el lunes a primera, o el viernes a última, o cuando el profesor se retrasaba justo antes del examen? Que inconscientes somos cuando estamos sujetos a la rutina, no nos damos cuenta de que el tiempo pasa. Y muy rápido.

No es hasta que me paré a pensar y a hacer inventario cuando me di cuenta de que, en mi mente, estos cuatro años de instituto parecen una recopilación de fragmentos de locura y felicidad a cámara rápida. Claro que no ha sido el musical lleno de fiestas y de apuntes volando por los aires que prometían las películas de Disney, pero quizás  ha sido mejor.  (Por desgracia creo que no todos saben apreciar lo afortunados que somos de poder ir a clase, algunos lo ven como un deber y no se dan cuenta de que hay niños en otras partes del mundo que desearían ocupar el asiento que ellos se limitan a calentar.)

Tengo pilas de abultados cuadernos saturados de tinta y hojas sueltas, y libros de texto con las esquinas redondeadas de tanto pasar páginas, y agendas manoseadas y llenas de historias, de deberes, de fechas de exámenes, de frases de los profesores.  Pero tengo, y esto es lo más importante, muchas de ganas de seguir aprendiendo, de seguir madurado, de seguir descubriendo,  de comerme el mundo. Y eso se lo tengo que agradecer a todos los profesores que me han dado clase, desde 1º de infantil a 4º de la ESO, y que se han esforzado por inculcarme no sólo sus conocimientos sino también sus valores , creo les debo parte de lo que ahora soy. 

Y gracias también a tres personas con las que, hace poco tiempo, comencé un blog.


                                                                                                                              María Moya

jueves, 26 de mayo de 2016

El Gran Gatsby

¿Y quién es el Gran Gatsby? El dueño de la imponente mansión a la orilla del Hudson que parecía tener luz propia en las noches sin tregua, cuando las fiestas a las que todo el mundo está invitado parecían no tener fin. El misterioso anfitrión sobre el que corren todo tipo de especulaciones y rumores sobre su pasado y su fortuna.

En algunos momentos del libro parece que el autor quiere hacerte ver lo despreciable que es Gatsby. Personalmente, a mí me parece una persona maravillosa, tan compleja y rota, con tantos secretos. Nadie lo conocía y yo creo que ni el propio lector al acabar el libro se puede hacer una idea completa de su personalidad. El motivo por el que hace esas fiestas y lleva ese estilo de vida, el empeño y la determinación con la que intenta vivir persiguiendo sus sueños por muy imposibles que parezcan lo convierten en un personaje único. 

Hay momentos en los que parece que estás leyendo poesía por párrafos. Las descripciones son tan poéticas y a la vez usa un lenguaje en un tono tan  sincero y sencillo que te permite deslizarte entre las páginas sin apenas esfuerzo. Pero el libro es un arma de doble filo. Detrás de las fiestas que parecían no tener fin hay una  crítica al consumismo, al ansia de poder, a la ignorancia, a la hipocresía, a la sociedad americana de los locos años 20, que vivía inconscientemente, en una burbuja de felicidad vacía. 

"Pero su corazón era un constante torbellino. (…) Todas las noches ampliaba el tejido de sus fantasías hasta que el sueño, con su abrazo de olvido, ponía fin a alguna escena llena de color. Durante algún tiempo estos ensueños supusieron un desahogo para su imaginación; eran una prueba satisfactoria de la realidad de lo real, una promesa de que la roca del mundo estaba sólidamente asentada sobre las alas de un hada."

"Gatsby creía en la luz verde, en el orgiástico futuro que año tras año retrocede delante de nosotros Se nos escapa en el momento presente, pero ¡qué importa!; mañana correremos más deprisa, (…) Y así seguimos adelante, botes contra la corriente, empujados incesantemente hacia el pasado."

Trailer El gran Gatsby ->https://youtu.be/qDzP8AAZjRI

lunes, 9 de mayo de 2016

Plata...

En la obra de Bodas de sangre, la plata es el metal del que están hechas las armas que causan la tragedia en torno a la cual se desarrolla toda la historia, por lo tanto la plata es símbolo de dolor, de pérdida, de sufrimiento. También la plata hace referencia a la Luna, que en la obra es vaticinadora de muerte. La relación entre muerte, metales (plata, estaño, bronce) y la luna es una constante a lo largo de todo el libro.

Plata es el brillo de la Luna, 
mensajera de la muerte. 
Brillo líquido, espeso y metálico, 
frío como un témpano de hielo, 
opresivo, asfixiante, 
que se desliza por las baldías y desiertas colinas, 
se hunde en la tierra, 
se aferra a las viñas y olivos 
y trepa por las ventanas de las casas,
de la cueva, de la iglesia, 
tiñendo de tragedia un lugar del sur de España. 
Se ciñe a la ropa,
se clava en las pupilas,
empañando la visión y los sentimientos.

Síntoma de desgracia, 
presagio de la cercanía de la muerte 
bajo la forma de un cuchillo, de un puñal, 
del filo de una navaja que corta el porvenir y las esperanzas,
y con la que se derrama sangre, lágrimas, el sufrimiento de una vida.
Infalible, inevitable como el sino,
le da forma a la venganza y a la violencia. 
Ansia de sangre, de causar dolor.
Metal precioso como instrumento fatal, 
como expresión tangible de la muerte.

"La luna deja un cuchillo
abandonado en el aire,
que siendo acecho de plomo
quiere ser dolor de sangre."



miércoles, 27 de abril de 2016

Londres

82 Perry Rise 
  London SE23 2QL 
Reino Unido 
Domingo, 21 de Abril 6:30 AM

Londres se despierta entre nubes de algodón sucio. Los débiles rayos de luz se cuelan por las pesadas cortinas rosas de la habitación. El vaho de los cristales difumina la silueta de la ciudad: hileras de casas victorianas, de un desteñido color pastel, y en la parte delantera, jardines descuidados donde despuntan los tulipanes como manchas de colores entre las malas hierbas.
Sonido de pasos y traqueteo de maletas que se ahogan en las gruesas moquetas del suelo.
Ambiente melancólico, sabor a adiós en las comisuras de los labios.
Emana de la cocina un olor a despedida, a tostadas, a zumo de naranja. En la encimera, bolsas de plástico con sándwiches de mantequilla y patatas fritas para el viaje de vuelta.
Mucha ilusión, muchas emociones, muchas anécdotas recién guardadas en forma de recuerdos, como si fueran ropa mal doblada y metida rápidamente y sin mucho cuidado en la maleta.

Atrás quedaron los nervios del embarque en Santander, la alegría al conocer a las familias de acogida, atrás el Big Ben, los paseos por la orilla del Támesis, las escalinatas de la plaza de Trafalgar Square, los tesoros de las antiguas civilizaciones acumulando polvo tras las vitrinas de los museos, las tiendas de lujo, los escaparates exhibiendo el desenfrenado consumismo tan típico de la ciudad. Solo las fotografías y la memoria guardarán los vestigios de nuestro paso por ese maravilloso lugar: los días que pasé riendo, vagando felizmente por las calles de Londres, las visitas a los colegios de Oxford y Cambridge, donde fantaseé imaginando lo fantástico que sería estudiar algún día allí. 

Definitivamente me costó mucho cerrar la maleta aquella mañana de domingo. Quizás fue el simple hecho de tener que volver, añadido al conocimiento reprimido de que aunque a lo largo de mi vida regrese a Londres, no será lo mismo. Nunca volverá a ser finales de Abril del 2016.

lunes, 11 de abril de 2016

Brooklyn Follies

Brooklyn Follies, de Paul Auster, es un torbellino de acontecimientos y emociones, donde las anécdotas más simples se convierten a los ojos del lector en verdaderas obras de arte, donde se mezcla lo cotidiano, lo sorprendente, la fantasía y la lógica para dar lugar a un desfile de personajes confusos y realmente singulares, un atajo de almas en pena que consiguen ser felices juntas. Un gran ejemplo de lo maravilloso de la imperfección humana.                       
NathanGlass, un agente de seguros jubilado decide que su vida está acabada y se traslada a Brooklyn para pasar sus últimos días en el lugar que le vio nacer. Allí decide escribir “El libro del desvarío humano”, un conjunto de todas las torpezas, equivocaciones y meteduras de pata que había cometido a lo largo de su accidentada existencia. Por casualidad, poco después de su llegada,  se encuentra con su sobrino Tom, un joven que parecía destinado a comerse el mundo y a ser alguien importante en la vida, pero que trabaja de dependiente en la modesta librería de Harry, un homosexual con un pasado turbio y fascinante a partes iguales.   
                          
El resto del libro es una serie de casualidades y personajes inolvidables que van enredándose en la vida del protagonista y que le hacen comprender que no ha ido a Brooklyn a morir, sino a vivir más feliz que nunca.        
                                                                                                                
Una de las ideas del libro que más me ha gustado es la del Hotel Existencia, un refugio del mundo que se puede visitar en la imaginación, un lugar para evadirse de lo que te rodea, al que puedes acceder cerrando los ojos. Un hotel como símbolo de la oportunidad de poder vivir dentro de los propios sueños. 
                                                                                                                                      María Moya

miércoles, 30 de marzo de 2016

Sostiene Pereira

Pereira es un periodista viudo y entrado en años que dirige la sección cultural de un modesto periódico de Lisboa. Recatado y muy peculiar, Pereira sostiene que no cree en la resurrección de la carne, porque no quiere llevarse toda la grasa que le acompaña a la otra vida, y tiene problemas de corazón, bebe limonadas con mucha azúcar y le habla al retrato de su mujer porque se siente solo . 
Sudaba de calor y malestar en el cuchitril al que llamaba redacción, en la Rua Rodrigo de Fonseca, donde solía traducir cuentos franceses del siglo XIX y escribir necrologías de autores que creía que iban a morir. Sostiene Pereira que era un caluroso día de verano cuando conoce a Monteiro Rossi, un joven que acaba de terminar su carrera y que cambiará totalmente la forma de actuar y la visión del mundo del entrañable protagonista de esta historia. 
La novela se desarrolla en la Lisboa de los años 30, en plena dictadura de Salazar y Guerra Civil española, y es en esta situación donde Pereira poco a poco se da cuenta de que ha vivido en una burbuja durante mucho tiempo, indiferente a todo lo que estaba pasando, sin libertad de expresión y totalmente engañado respecto a la realidad de su país. Pereira recorre un extenso camino a lo largo del libro sin apenas moverse de Lisboa, poniendo de manifiesto la gran influencia que tienen sobre nosotros  las personas que nos rodean.
Primeras líneas del libro: "Sostiene Pereira que le conoció un día de verano. Una magnífica jornada veraniega, soleada y aireada, y Lisboa resplandecía. Parece que Pereira se hallaba en la redacción, sin saber qué hacer, el director estaba de vacaciones, él se encontraba en el aprieto de organizar la página cultural, porque el Lisboa contaba ya con una página cultural, y se la habían encomendado a él. Y él, Pereira, reflexionaba sobre la muerte. En aquel hermoso día de verano, con aquella brisa atlántica que acariciaba las copas de los árboles y un sol resplandeciente, y con una ciudad que refulgía, que literalmente refulgía bajo  su ventana, y un azul , un azul nunca visto , sostiene Pereira, de una nitidez que casi hería los ojos, él se puso a pensar en la muerte".


domingo, 13 de marzo de 2016

Memorias de África

Ella tenía una granja en África, al pie de las colinas de Ngong. Con su materialismo, su porcelana, sus kikuyus y su matrimonio por conveniencia, llegó intentando cambiarlo todo. Él, aventurero y solitario, vivía el día a día, explorando la naturaleza pura y salvaje, con sus libros y su música.
Y se enamoraron, se amaron por encima de cualquier convencionalismo, cuando estaban juntos el mundo dejaba de existir. Valía la pena la soledad y la espera, con tal de que él regresara a casa para que ella pudiera contarle sus historias. Fue durante esos años junto a él cuando ella aprendió a amar la libertad, los atardeceres brillantes  y dorados, la inmensidad verde de las praderas,  las vistas desde el cielo, las extensas panorámicas que llenaban su vacío interior.
Anidaron en su corazón los colores de África y los recordó, con la sensación de haber vivido en el cielo, durante todos los días de su vida. Y sí, hubiera estado bien que hubieran envejecido juntos, contemplando desde las mecedoras de la terraza como se iba apagando el horizonte, pero es el final de la película lo que la hace tan tierna e inolvidable, lo que te hace enamorarte de África, de su luz, de su música y, cómo no, de su historia de amor.

jueves, 11 de febrero de 2016

La voz dormida

Este libro, de Dulce Chacón, nos traslada a la cárcel de Las Ventas, al Madrid de un pasado histórico bastante desconocido (al menos para mí), ya que aunque sepamos datos y cifras de la guerra civil española, poco sabemos de los sentimientos de las personas que la vivieron, las desgracias y penurias que se esconden detrás de cada batalla, de cada muerte durante los años posteriores a la guerra. 

La Voz Dormida es la triste y hermosa historia de las personas que vivieron esta época, del sufrimiento de los perdedores, y está narrada de una forma tan magnífica que te emocionarás y sentirás empatía por todos y cada uno de los personajes de la novela.      
                             
Retazos de vidas perdidas, vidas corroídas por la injusticia de la guerra, la ausencia de libertad, el abismo que dejan las pérdidas de los seres queridos.                   
                                 
El miedo se aferraba en los ojos con el pestañeo, se enredaba en las entrañas, se colaba en lo más hondo sin dar explicaciones, sin pedir permiso. Miedo a la espera, a la soledad, a la humillación, a la incertidumbre de no saber que iba a pasar, miedo a medir mal lo que uno callaba y a tener que aprender a vivir en silencio. 

Todo un homenaje a lo que no debería volver a repetirse.

“Ambos indagan en los ojos del otro esperando una respuesta sin formular ninguna pregunta. Ambos buscan una mirada cómplice que ahuyente el miedo a preguntar. Y el miedo a saber.”

“Libertad, qué extrañas son las palabras que se resisten a ser pronunciadas sin que el rubor nos alcance. Y qué extraño es llamar libertad a una carrera en la noche, al cielo raso, al monte bajo, al frío y al calor, a un pañuelo en la boca, a un fusil en la mano."

martes, 2 de febrero de 2016

Abstracción



Cierras los ojos y te dejas llevar: dejas que el sol bañe tu piel, mientras la brisa, cargada 
de humedad y salitre, te lame el rostro y juega con tu pelo, lo enreda, lo levanta.                                                                                           
 Me encanta esa capacidad de abstracción que tiene el mar, la serenidad que transmite. Te pierdes en tus pensamientos mirando al horizonte entre el agua y el cielo, contemplando su inmensidad, y te dejas acunar por el vaivén hipnótico de las olas. Siempre me he preguntado que tendrá el mar para hacerme sentir tan pequeña y a la vez saber que formas parte de algo muy grande. 



Paseo por la playa, dejando mis huellas en la arena húmeda mientras la espuma me acaricia los pies y tengo la sensación de que ahí estoy segura, de que nada malo puede pasar. Solo yo y el sonido de las olas. Por unos momentos piensas que eres libre, que podrías volar como las gaviotas que en ocasiones empañan la claridad del cielo.
Pero los pensamientos son solo eso, pensamientos, y cuando abres los ojos lo único que tienes delante es la realidad.


(Después de escribir esto mi profesora me dijo que la chica de la foto era Marilyn Monroe, pero como yo no lo sabía me limité a expresar lo que inspiraba la fotografía) 

miércoles, 6 de enero de 2016

La delicadeza


“La delicadeza es la novela de la esperanza y la imaginación, la novela de ese París fascinante en el que el dolor y la vulgaridad se transforman en poesía.”

La delicadeza, de David Foenkinos, no narra una gran historia. Más bien es una historia de amor de lo más simple. Lo que le aporta un encanto especial a esta novela es la forma en la que está escrita, esa elegancia y sutileza que utiliza para describir los sentimientos de los personajes y la ternura y sensibilidad de los pequeños detalles que le confieren el poder de llegar al lector.

 Nathalie conoce a  François, y se enamoran perdidamente en apenas cincuenta páginas. Cuando están juntos, el tiempo transcurre con una ligereza vertiginosa. Eran la pareja perfecta: apenas acababan de conocerse y ya estaban celebrando su primer aniversario sin la más mínima discusión, dejando pasmados a todos los expertos en tirarse los trastos a la cabeza. Pero como era de esperar esto no duró mucho tiempo. François muere y la felicidad se hizo pedazos igual que Nathalie.

 Durante su vida en común, François había tenido tiempo de dispersarse por todas partes, de dejar un vestigio en cada respiración, de grabar en la memoria de Nathalie momentos que serían su futura nostalgia. Al morir, había detenido su amor en el tiempo. Los había empujado a una eternidad imperturbable. Nathalie pasa a vivir en un mundo detenido en el tiempo, en el vacío, con el corazón latiendo sobre un montón de ruinas. “Habría que pararse a pensar en todos esos destinos que encallan en las orillas de lo que pudo haber sido y no fue."

 ¿Qué será de Nathalie en las doscientas páginas restantes?