jueves, 11 de febrero de 2016

La voz dormida

Este libro, de Dulce Chacón, nos traslada a la cárcel de Las Ventas, al Madrid de un pasado histórico bastante desconocido (al menos para mí), ya que aunque sepamos datos y cifras de la guerra civil española, poco sabemos de los sentimientos de las personas que la vivieron, las desgracias y penurias que se esconden detrás de cada batalla, de cada muerte durante los años posteriores a la guerra. 

La Voz Dormida es la triste y hermosa historia de las personas que vivieron esta época, del sufrimiento de los perdedores, y está narrada de una forma tan magnífica que te emocionarás y sentirás empatía por todos y cada uno de los personajes de la novela.      
                             
Retazos de vidas perdidas, vidas corroídas por la injusticia de la guerra, la ausencia de libertad, el abismo que dejan las pérdidas de los seres queridos.                   
                                 
El miedo se aferraba en los ojos con el pestañeo, se enredaba en las entrañas, se colaba en lo más hondo sin dar explicaciones, sin pedir permiso. Miedo a la espera, a la soledad, a la humillación, a la incertidumbre de no saber que iba a pasar, miedo a medir mal lo que uno callaba y a tener que aprender a vivir en silencio. 

Todo un homenaje a lo que no debería volver a repetirse.

“Ambos indagan en los ojos del otro esperando una respuesta sin formular ninguna pregunta. Ambos buscan una mirada cómplice que ahuyente el miedo a preguntar. Y el miedo a saber.”

“Libertad, qué extrañas son las palabras que se resisten a ser pronunciadas sin que el rubor nos alcance. Y qué extraño es llamar libertad a una carrera en la noche, al cielo raso, al monte bajo, al frío y al calor, a un pañuelo en la boca, a un fusil en la mano."

martes, 2 de febrero de 2016

Abstracción



Cierras los ojos y te dejas llevar: dejas que el sol bañe tu piel, mientras la brisa, cargada 
de humedad y salitre, te lame el rostro y juega con tu pelo, lo enreda, lo levanta.                                                                                           
 Me encanta esa capacidad de abstracción que tiene el mar, la serenidad que transmite. Te pierdes en tus pensamientos mirando al horizonte entre el agua y el cielo, contemplando su inmensidad, y te dejas acunar por el vaivén hipnótico de las olas. Siempre me he preguntado que tendrá el mar para hacerme sentir tan pequeña y a la vez saber que formas parte de algo muy grande. 



Paseo por la playa, dejando mis huellas en la arena húmeda mientras la espuma me acaricia los pies y tengo la sensación de que ahí estoy segura, de que nada malo puede pasar. Solo yo y el sonido de las olas. Por unos momentos piensas que eres libre, que podrías volar como las gaviotas que en ocasiones empañan la claridad del cielo.
Pero los pensamientos son solo eso, pensamientos, y cuando abres los ojos lo único que tienes delante es la realidad.


(Después de escribir esto mi profesora me dijo que la chica de la foto era Marilyn Monroe, pero como yo no lo sabía me limité a expresar lo que inspiraba la fotografía)