sábado, 24 de octubre de 2015

Buscando entre líneas a Alaska

Hace unos días me acabé de leer Buscando a Alaska, de John Green. Una divagación adolescente que puede parecer superficial si la lees por encima, pero en la que subyacen reflexiones y pensamientos muy profundos. Quizás la historia no es genial ni muy absorbente, pero a la larga te conmueve, te emociona y te hace pensar, pensar en preguntas que no tienen respuesta o que la tienen pero es demasiado difícil de asimilar. 
Por ejemplo, te hace pensar en el olvido al que todos estamos condenados, porque  “todo lo que se une se deshace”  y nada puede durar para siempre, ni siquiera la Tierra. Polvo eres y en polvo te convertirás, y esto es así. Algún día nadie nos recordará, porque los recuerdos también se deshacen.  Todo lo que conocemos, incluidos nosotros mismos, caeremos en el olvido irremediablemente.

Otra de las reflexiones a las que el libro hace referencia es la de cómo las personas utilizamos el futuro para escapar del presente, cómo intentamos creer en una vida después de la vida porque no soportamos la idea de que la muerte sea un gran vacío oscuro, donde tus seres queridos no existan, donde tú no existas.

El libro también habla sobre las últimas palabras de personajes históricos; las de Simón Bolívar fueron: “¡Cómo voy a salir de este laberinto!” y las de François Rabelais: “Voy en busca de un Gran Quizá.” La conclusión final del libro es que nacemos en el laberinto de Bolívar y por ende, debemos creer en la esperanza del Gran Quizá de Rabelais. 

domingo, 4 de octubre de 2015

Cualquier tiempo pasado



Hoy he encontrado una foto de cuando era pequeña.  Una de estas fotos descoloridas y con la fecha puesta por detrás con la inconfundible caligrafía de tu madre.Las sonrisas estáticas y los dientes de leche asomando brillantes, los cabellos oscuros, el cielo nítido sin rastro de nubes y la luz implacable en la que se hunde todo, tan claro y tan perfecto. Momentos capturados para siempre, inalterables, instantes congelados en el tiempo a los que nunca podrás regresar. 

Son este tipo de fotos las que invitan a quedarte unos segundo mirándolas, y recordar. Recordar los veranos en los que rompíamos rosas y hacíamos barro, mientras las abejas pilotaban entre los columpios oxidados. La calle era nuestra casa, el mundo nuestro recreo, el escenario perfecto, bastaba con un poco de imaginación y unos amigos que te acompañaran durante la aventura. 

Pero el pretérito no fue tan perfecto como pensamos y el futuro es papel mojado. Llegados a este punto, se puede extraer la conclusión de que lo importante es vivir el presente para que en un futuro puedas sentirte orgulloso de tu pasado. Es el momento perfecto, el idóneo, el mejor momento que puedes elegir para sacar tus miedos a la calle y dejar que se los lleve el viento. Para sonreír y ser feliz. Es el momento de mirar al frente, de fallar, cometer errores y aprender de ellos. De enseñarle al mundo qué significa de verdad esa locura tuya que te hace tan especial.