miércoles, 30 de marzo de 2016

Sostiene Pereira

Pereira es un periodista viudo y entrado en años que dirige la sección cultural de un modesto periódico de Lisboa. Recatado y muy peculiar, Pereira sostiene que no cree en la resurrección de la carne, porque no quiere llevarse toda la grasa que le acompaña a la otra vida, y tiene problemas de corazón, bebe limonadas con mucha azúcar y le habla al retrato de su mujer porque se siente solo . 
Sudaba de calor y malestar en el cuchitril al que llamaba redacción, en la Rua Rodrigo de Fonseca, donde solía traducir cuentos franceses del siglo XIX y escribir necrologías de autores que creía que iban a morir. Sostiene Pereira que era un caluroso día de verano cuando conoce a Monteiro Rossi, un joven que acaba de terminar su carrera y que cambiará totalmente la forma de actuar y la visión del mundo del entrañable protagonista de esta historia. 
La novela se desarrolla en la Lisboa de los años 30, en plena dictadura de Salazar y Guerra Civil española, y es en esta situación donde Pereira poco a poco se da cuenta de que ha vivido en una burbuja durante mucho tiempo, indiferente a todo lo que estaba pasando, sin libertad de expresión y totalmente engañado respecto a la realidad de su país. Pereira recorre un extenso camino a lo largo del libro sin apenas moverse de Lisboa, poniendo de manifiesto la gran influencia que tienen sobre nosotros  las personas que nos rodean.
Primeras líneas del libro: "Sostiene Pereira que le conoció un día de verano. Una magnífica jornada veraniega, soleada y aireada, y Lisboa resplandecía. Parece que Pereira se hallaba en la redacción, sin saber qué hacer, el director estaba de vacaciones, él se encontraba en el aprieto de organizar la página cultural, porque el Lisboa contaba ya con una página cultural, y se la habían encomendado a él. Y él, Pereira, reflexionaba sobre la muerte. En aquel hermoso día de verano, con aquella brisa atlántica que acariciaba las copas de los árboles y un sol resplandeciente, y con una ciudad que refulgía, que literalmente refulgía bajo  su ventana, y un azul , un azul nunca visto , sostiene Pereira, de una nitidez que casi hería los ojos, él se puso a pensar en la muerte".


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