“Porque donde quiera
que estuviera sentada – en la cubierta de un barco o en la terraza de un café
en París o en Bangkok – estaría sentada bajo la misma campana de cristal,
agitándome en mi propio aire viciado.”
Escrita por Sylvia Plath y publicada en 1963, La campana de
cristal es una novela muy rompedora, especialmente teniendo en cuanta la época en
la que se escribió, ya que trata sobre una enfermedad mental grave. De hecho,
si leemos con más profundidad y conocemos de antemano a su autora, no
tardaremos en darnos cuenta de que es en cierta forma una autobiografía. A
través de la protagonista, Sylvia Plath expresa sus propios problemas, ese
desajuste que había tenido siempre y que le hacía sentirse tan vacía, tan
incomprendida, tan sola.
La novela trata de la vida de Esther Greenwood, una joven
con un prometedor y brillante futuro que
viaja a Nueva York tras ser una de las afortunadas ganadoras del concurso de
una revista. Pero ella está muy lejos de sentirse afortunada, (...)
Tenía que estar tan emocionada como la mayoría de las demás chicas, pero no
lograba reaccionar. Me sentía muy tranquila y muy vacía, como debe de sentirse
el ojo de un tornado que se mueve con ruido sordo en medio del estrépito
circundante.
La narración en primera persona de los acontecimientos que
irán sucediéndose nos hará adentrarnos de lleno en su mente, conduciéndonos por
su laberinto personal para conocer más de cerca cómo funcionaban sus
pensamientos, cómo se desmoronaba su mundo dejando al descubierto el caos que
siempre había estado ahí.
Quizás fue porque tuve que empaparme de la vida de la autora
para realizar un trabajo o quizás es la forma tan seca que tiene de exponer la
realidad, tan desnuda, por lo que la historia me resultó realmente dura y triste.
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